La palabra “intuición” proviene del latín “intueri” (mirar hacia dentro). Se le denomina intuición al conocimiento que surge sin seguir un camino racional, y, por lo tanto, no puede explicarse o verbalizarse.

Es la gran reorganizadora del conocimiento, esa parte creativa que hace emerger la idea genial que necesitamos en el momento más inesperado. Según la neurociencia, la intuición se basa en la recopilación y en el análisis de información sensorial. Nos permite valorar y descartar alternativas de forma consciente, basándonos en experiencias pasadas, en nuestras sensaciones y emociones. Así, los individuos que desarrollan la intuición se adaptan mejor a los cambios ambientales. Además, la intuición crea un acceso directo a los sueños y a las necesidades profundas de cada individuo que permiten marcar el camino hacia elecciones más satisfactorias.
Es importante alimentar la intuición y aprender a conectar con esa fuente interior de conocimiento que nos advierte de cómo debemos actuar en determinados momentos, aunque la razón más primaria parezca contradecirla. Es una facultad que proviene del corazón y no de la mente.
Cómo desarrollar la intuición
Nuestra capacidad intuitiva es mucho más poderosa de lo que creemos. Sin embargo, la ignoramos al haber sido educados en un contexto social en el que no se le da importancia. La sociedad actual únicamente aprecia nuestra mente racional. La intuición va mucho más allá, es un sexto sentido que forma parte de nuestro ser y que reside en nuestro corazón.
Normalmente, el exceso de información nos confunde y bloquea nuestro cerebro para evitar tomar una decisión. La inteligencia intuitiva mejora nuestra capacidad a la hora de tomar decisiones de una forma más eficaz y rápida.
La intuición es la mejor fuente para elegir lo que nos conviene, es un pensamiento guiado por nuestro ser superior. Estos pensamientos intuitivos surgen de la mente supraconsciente y se manifiestan espontáneamente en el plano consciente.
A través de la meditación podemos elevar nuestra consciencia y tener acceso al ser interior que va mucho más allá de nuestra personalidad y de nuestros pensamientos racionales. Al meditar con regularidad, profundizamos en nuestro ser interior de forma natural atravesando la mente consciente y la subconsciente hasta llegar a la supraconsciente. Es allí donde reside la intuición. En este momento, la mente se calma, observamos de manera objetiva qué sucede en ella y accedemos a la intuición.
También, mediante la escucha interior estimulamos nuestra intuición. Se le debe otorgar poder, confiar en ella y dar solidez a esos pensamientos silenciosos emergentes de la nada. Aparece de muchas formas; a través de pensamientos, visualizaciones, sensaciones o presentimientos.
La intuición es una especie de fuerza divina. La mayoría de nosotros somos verdaderamente intuitivos pero no somos conscientes de ello. Al seguir nuestra intuición accedemos a nuestros valores intrínsecos o naturales y, al mismo tiempo, rompemos con las creencias limitantes e impuestas por la sociedad y la educación. Nuestra intuición conoce a la perfección quiénes somos, qué queremos y qué necesitamos.
Te lo dije, cordialmente, tu intuición.
¡Gracias por mirar hacia tu interior y atreverte a brillar!
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